Después del alcohol y el tabaco, la droga -ilícita- más usada en Chile es la cannabis, con un millón 100 mil personas que declararon consumirla durante los últimos meses, según la Encuesta de Población General de 2014, del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol(Senda).
Uno de los antecedentes que ha surgido en el debate del proyecto para modificar la Ley 20.000 -que despenaliza el uso medicinal y autocultivo de la cannabis-, que está en trámite en la Cámara de Diputados, es la cantidad de chilenos calificados como “problemáticos” por el abuso de esa sustancia: 241.504 personas.
Para el director del Senda, Mariano Montenegro, este número inquieta, por lo que apuestan por la pesquisa temprana para integrarlos a programas de rehabilitación. ¿Qué pone a un asiduo a la cannabis en esa categoría? La disfuncionalidad, es decir, la pérdida de capacidad o extrema dificultad para realizar las labores que antes le eran cotidianas. “Son doce mil personas en tratamiento para recuperarlos en centros especializados”, afirma Montenetro.
A nivel general, existen 28 mil personas en estos planes, por consumir diversos tipos de drogas. Se atienden de manera gratuita en centros especializados (pues pertenecen a los grupos A y B de Fonasa, de escasos ingresos), los que llegan a 500, tanto públicos y privados.
En ese contexto y con las cifras a la vista, Montenegro alerta sobre las posibles consecuencias de aumentar la disponibilidad de la cannabis.“Si aumenta el acceso, baja la percepción de riesgo y sube el consumo, tal como ha ocurrido en todo el mundo. Este es un tema de mercado: mientras más libre, más consumo hay”.
Salud
Humberto Guajardo, presidente de la Asociación Chilena de Facultades de Medicina y encargado de la Unidad de Adicciones de la U. de Santiago, se muestra crítico de que los jóvenes abusen de ese producto. “La marihuana actúa en el lóbulo frontal del cerebro, donde está el centro de la toma de decisiones, la memoria, la programación; funciones clave para el desarrollo”, dice el experto.
Los menores de edad son la población más afectada por la adicción. El 38% de los adolescentes infractores de la ley que están en tratamientos consumen esa droga. Y el 60% de los jóvenes que está en tratamiento, es por abusar de ese producto.
Para el académico, deberían haber más recursos para brindar terapias a consumidores. Eso, pese a que Senda ha ampliado los cupos para personas adictas: en 2002 había cinco mil personas en estos programas, mientras que hoy alcanzan las 28 mil. La meta del gobierno es que pueda haber 36 mil chilenos en esos planes.
La investigadora de la Escuela de Salud Pública de la U. Andes, Francisca Florenzano, señala que no sólo debe haber acceso a tratamientos, sino también ser “de calidad y tener personal especializado en adicciones de diverso tipo”.
Los expertos critican que el Auge sólo garantice la atención a los adolescentes cuando la dependencia a las drogas es de tipo baja a moderada. La razón: el 27% de las personas con alto consumo de cannabis (mezclada con otros productos) tiene más de 20 años y le es más difícil acceso al sistema.
La opción que da Senda es pedir ayuda en la entidad para optar a un apoyo ambulatorio o de mayor estadía. Los plazos en que puede permanecer una persona en estos lugares varía entre seis meses y un año y medio.
Senda también anunció que este 15 de noviembre se iniciará una campaña para prevenir el consumo de estupefacientes.
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